La caravana de migrantes hondureños y centroamericanos, su génesis, sus luchas y su dureza
Per Milthon Robles, periodista hondureny resident del Programa Escriptor Acollit del PEN Català

El pasado 13 de octubre, en la norteña ciudad de San Pedro Sula, Honduras, empezó un éxodo masivo de personas. Entre ellas viajaban niños, ancianos y personas con necesidades especiales, huyendo de la dictadura de este país centroamericano que provoca la miseria, el hambre, la desesperación y con ello hasta la muerte.

Partían desde la terminal metropolitana de autobuses, por la carretera internacional CA5 que conduce al occidente del país hasta llegar a la frontera con Guatemala. Desde allí continuarían su viaje hacia tierras mexicanas, para luego llegar hasta la frontera sur de los Estados Unidos y solicitar allí asilo o protección internacional.

Dicha caravana inició con unas 1.260 personas aproximadamente y luego en el camino se fueron sumando muchas más. Justamente llegando al punto fronterizo con Guatemala, el éxodo sumaba ya más de 3.500 personas.

En dicha frontera comenzaba el verdadero calvario, cuando las fuerzas represivas militares y policiales de ambos países no permitían la libre circulación a la gente que iba en el extenso grupo de migrantes. Les lanzaron gases lacrimógenos y agua, y según nos informan, hubo hasta balas mortales que estuvieron a punto de acabar con la vida de personas. Al final, el domingo lograron avanzar hacia tierras guatemaltecas. Continuaron su camino por este país hasta llegar a la frontera Guatemala-México, y de allí parte otra historia terrible para esta masa humana que huye de la muerte.

Empezó el calvario en la frontera sur mexicana cuando también las fuerzas represivas de la policía de fronteras de ese país del norte comenzaron a reprimirles. Esta represión se cobró la vida de un menor de apenas siete meses de edad que falleció en brazos de su madre a causa de la intoxicación con las bombas lacrimógenas que la policía federal lanzó a las caravanas al cruzar la frontera. Hubo mucha movida entre las personas que intentaron cruzar la frontera rompiendo las vallas, otras se lanzaban al rio Suchiate y también hubo otras que cruzaron por las montañas.

Entre las miles de historias que pueden ser emblemáticas de este éxodo masivo, está la del pequeño Mario, que es el reflejo de millones de personas en este país centroamericano que viven en extrema miseria debido a la corrupción del gobierno y el nivel empresarial. Mario es un chico originario del norte de Honduras, de apenas doce años de edad y que viajaba solo en la caravana. Su madre es epiléptica y su padre un hombre labrador que no le daba la vida para sacar adelante su familia, por eso este valiente chiquillo se lanzó al llamado sueño americano, huyendo de las maras y del crimen que prevalece en Honduras. Sin embargo, fue capturado en la frontera sur mexicana por los agentes federales la semana siguiente al inicio de su viaje. Una semana después fue deportado a Honduras junto con otro centenar de hondureñas y hondureños y ahora camina por las calles de San Pedro Sula pidiendo limosna para alimentar a su madre enferma.

El drama humano que se vive en las caravanas de migrantes es terriblemente doloroso para los niños enfermos, ancianos ya que agota hasta las personas adultas.. Los gobiernos de Guatemala y México son poco solidarios y obedientes al mandato del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que pagó millones de dólares para que estos pudiesen reprimir las caravanas de migrantes centroamericanos que se dirigen a este país del norte.

A la fecha, según nos informan personas que viajan en estas caravanas, y que esta semana han arribado a la ciudad de México en su mayoría, ya suman más de 7.000 almas que van huyendo de la extrema pobreza y la corrupción en Honduras y el Salvador.

Por otro lado, nos encontramos con el morbo y la manipulación periodística que se aprovecha de estas crisis humanitarias para alcanzar niveles altos de audiencia. Muchas cadenas de televisión, radios, prensa escrita y digital internacionales se han acercado a los viajeros pero solo transmiten lo que vende, o mejor dicho lo que le conviene a los intereses mediáticos de los grupos de poder en el mundo. Pocos medios han hablado de la represión que sufren estas personas  y del génesis que origina esta decisión de arriesgar sus vidas en un viaje peligroso e incierto.

De los medios de comunicación en Honduras no hay mucho que decir, porque está claro que el 95% están ligados al poder económico y a la dictadura de Juan Orlando Hernández. También hay un pequeño porcentaje de medios alternativos y otros más que están del otro lado de la moneda, que a su vez también manipulan y entorpecen el buen sentido de la información contrastada y honesta y que solo buscan llevar agua para su molino de cara al siguiente proceso electoral que inicia en 2020.

Mientras tanto regresamos a la frontera Honduras-Guatemala donde permanecen desde el pasado octubre más personas que se unirían a la caravana, que ya en su mayoría avanza por el territorio mexicano. Este más de un millar de hondureñas no han podido avanzar debido a la represión policial del gobierno de Honduras que nos les permite la libre circulación por este paso fronterizo, los medios de comunicación internacionales han dejado en el olvido este grupo de personas para seguir las que avanzan por México.

El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández se ha negado a aceptar entrevistas sobre el éxodo a periodistas y a medios internacionales. De esta manera no tiene que reconocer que hay una verdadera crisis humanitaria en este país y que con ello obliga a las personas pobres a huir para salvaguardar sus vidas y la de sus seres queridos.

Honduras es uno de los países en la actualidad con los mayores índices de pobreza en el mundo y en América Latina, superado solo por Haití. Desde el golpe de estado de 2009, la crisis ha ido en ascenso debido a los altos niveles de corrupción e impunidad, que además han provocado el mayor numero de asesinatos registrado por porcentaje poblacional y en tiempo en la historia de los países de América.

Más de 22.000 asesinatos se han logrado identificar en los últimos ocho años. De estos, apenas un 4% se han podido esclarecer y se han encontrado los culpables. El resto continúan impunes. En esta cantidad escandalosa de asesinatos se incluyen más de 10.000 feminicidios, al menos unos 1.650 estudiantes de secundaria y universitarios, aproximadamente unas 600 personas defensoras de los Derechos Humanos y al menos unos 80 casos de periodistas asesinados.

A todo ello debemos agregar también la persecución que vivimos las personas defensoras de los Derechos Humanos, periodistas, escritores y artistas opuestos al régimen. Para salvaguardar nuestra integridad física nos toca salir huyendo y refugiarnos en otros países, dejando atrás toda una vida, nuestro entorno laboral, social y cultural, pero sobretodo siendo obligados a dejar abandonadas a nuestras familias.

También debemos recordar toda la corruptela que predomina en el estado hondureño que se ha cargado todas las empresas e instituciones publicas, algunas llevándolas a la quiebra y otras que han sido vendidas a consorcios colombianos y españoles.

Con el aval del gobierno de los Estados Unidos y de gobiernos de la Unión Europea y de algunos de Sudamérica, el gobierno corrupto de Juan Orlando Hernández se ha lavado las manos siempre y no reconoce la crisis que vive este país a causa de su mandato que ha violentando todas las leyes y estatutos del estado hondureño.

Para concluir quisiera también hacer referencia a la manipulación de ese corrupto gobierno hondureño que en principio dijo que las caravanas eran una campaña orquestada por un partido de oposición para hacer ver mal el país. Pero no les bastó con semejante mentira, sino que también cometieron el sacrilegio de enviar activistas políticos de su partido a la frontera sur de México para luego devolverlos en autobuses pagados con los impuestos del pueblo y así poder decir que eran las personas de la caravana que estaban retornando voluntariamente al país.

Cierro con esta reflexión: Honduras vive una crisis de valores y muchos gobiernos corruptos del mundo avalan la dictadura, con ello se llevan de encuentro a más de ocho millones de personas en el país que viven en extrema pobreza. Ya basta de tanta corrupción e impunidad y de tanta desinformación, esto tiene que acabar y el mundo debe y merece saber que en un pequeño país de América llamado Honduras hay un pueblo que clama justicia.