En la bandera de la Libertad
bordé el amor más grande de mi vida.
¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres!
¡Amor, amor, amor, y eternas soledades!
Amas la Libertad por encima de todo,
pero yo soy la misma Libertad. Doy mi sangre,
que es tu sangre y la sangre de todas las criaturas.
¡No se podrá comprar el corazón de nadie!
Ahora sé lo que dicen el ruiseñor y el árbol.
El hombre es un cautivo y no puede librarse.
¡Libertad de lo alto! Libertad verdadera,
enciende para mí tus estrellas distantes.
Federico García Lorca
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